Marcelino, un huérfano criado por los monjes de un convento, es travieso, alegre y risueño, juega con los animales y con un amigo casi imaginario; tiene en fin, virtudes y defectos como cualquier niño. Su vida transcurre feliz y tranquila en aquel lugar donde fue dejado cuando era un recién nacido. No ha cumplido aún seis años cuando conoce a Cristo. Es una imagen grande, de madera, que está guardada en una habitación donde Marcelino tiene prohibición de entrar. Y ante los ojos del niño, Cristo se muestra vivo... Es una historia emocionante, alegre y triste, que trata el tema de la muerte prematura de un modo moderno y, a la vez, de acuerdo con leyendas populares.