Desde la azotea de su palacio, Ben-Hur y los suyos contemplan la llegada de Valerio Graco, el nuevo procurador romano. Se desprende un ladrillo al paso del desfile alegre y confiado. Las autoridades acusan al príncipe judío de intento de asesinato contra el procurador, lo privan de sus bienes, expulsan del palacio a la madre y la hermana para encarcelarlas y lo condenan a galeras.